lunes, 8 de abril de 2024

España podría ahorrarse el 45% del gasto farmacéutico si renegociara los precios


10.000 millones de euros es la cantidad que paga la sanidad pública cada año por encima de los costes de fabricación


10.000 millones de euros es la cantidad que paga la sanidad pública en España, cada año, por encima de los costes de fabricación y de investigación de los medicamentos. Un 45% del gasto farmacéutico del SNS. Son datos de la Asociación de Acceso Justo al Medicamento (AAJM) que, en un último informe, insiste en que el precio del medicamento debe fijarse «en relación con los costes de producción e investigación» y no «en comparación con los precios abusivos de medicamentos ya aprobados».

Hace apenas unos días, el Ministerio de Sanidad publicaba la ‘Guía de Evaluación Económica de Medicamentos’. Elaborada por el Comité Asesor de la Prestación Farmacéutica (CAPF), se trata de un instrumento para «ayudar» en la evaluación económica de los medicamentos, según se desprende del documento, que señala que los precios de los nuevos medicamentos se deben fijar en comparación con los precios de medicamentos ya aprobados.

Algo, en palabras del Dr. Juan José Rodríguez Sendín, presidente de la Asociación de Acceso Justo al Medicamento, «inaceptable». «Esta guía lo que sirve es para justificarque el precio de los medicamentos que vayan llegando se fije en función de los precedentes. No es razonable pagar 10.000 euros por un producto cuyos costes ascienden a 100 euros. Con un beneficio razonable, el precio podría ser de 130-150 euros. Pero, a partir de ahora, con esta guía, se autoriza y justifica la exageración a la que hemos llegado, con un exceso de 10.000 millones, un 45% de los que estamos gastando. Esto es un disparate», apunta el Dr. Rodríguez en una conversación con THE OBJECTIVE.

Un gasto adicional, según cálculos de la Asociación, que serviría para contratar, por ejemplo, profesionales sanitarios. La AAJM calcula que por cada 1.336 millones de euros se podrían contratar a más de 13.000 profesionales, reforzando así los servicios de Atención Primaria o Salud Mental, que actualmente sufren un gran déficit de especialistas

Visibilizar las negociaciones

Para el portavoz de Acceso Justo al Medicamento lo que habría que hacer es visibilizar las negociaciones entre el Ministerio de Sanidad y las farmacéuticas. Como ejemplo, el fármaco Sofosbuvir, para la hepatitis C, según se desprende del documento facilitado por la Asociación, tiene un coste de fabricación de 75 euros que, con la imputación de gastos de I+D, podría fijarse un precio de 300 €. Sin embargo, el precio que tuvo que aceptar el SNS fue 30 veces mayor (unos 8.000 euros).

La AAJM también señala otros tratamientos con precios «abusivos»: Nusinersen, para tratar la atrofia muscular espina, 370.000 el primer año; Yescarta, para el tratamiento de pacientes adultos con linfoma B, 327.000 euros; Luxturna, para la pérdida de visión, 690.000 euros ambos ojos; Zolgensma, también contra la atrofia muscular espina, 1.800.000; o Hemgenix, para el tratamiento de la hemofilia, 3,3 millones. 

De esta forma, desde la Asociación, que vela por el acceso equitativo a los medicamentos, señalan que «mientras haya monopolios (patentes)», el precio de los tratamientos, según la metodología recogida en el RD 271/1990, de 23 de febrero, «debería fijarse por los costes de producción e investigación, debidamente auditados». «Si no hubiera monopolio, como cuando caducan las patentes y las demás exclusividades que recogen la actual legislación europea, los precios se podrían regular por la competencia en el mercado, al igual que ocurre con los medicamentos genéricos y biosimilares», explican en su estudio, realizado tras la publicación de la polémica guía del Ministerio.

Aumento gasto hospitalario

El gasto farmacéutico público (GFP) ha aumentado de forma «difícilmente sostenible» en los últimos años. Según datos del Ministerio de Hacienda (indicadores sobre gasto farmacéutico y sanitario) en 2023, hasta el mes de noviembre, el gasto farmacéutico público ascendió a 21.121,4 millones, un 6,07% más que en 2022. Proyectado hasta final de año, en 2023 se habrían gastado 23.354 millones, un aumento anual de 1.336 millones. 

«El SNS va a fracasar, no va a poder atender a otras necesidades, como más profesionales o nueva tecnología. Hemos llegado a unas cifras escandalosas, con precios que no tienen ningún sentido y que van a arruinar el SNS», apunta a este medio el Dr. Rodríguez.

En este sentido, el Dr. Ismael Escobar Rodríguez, vocal autonómico de Madrid de la Sociedad Española de farmacia Hospitalaria (SEFH), ya destacaba en THE OBJECTIVE la importancia de establecer «las mejores condiciones de financiación pública de los medicamentos para, precisamente ajustar lo mejor posible el valor terapéutico del medicamento con su precio». «Hay que tener en cuenta que los recursos no son infinitos y todo aquello que se destina a medicamentos impide o dificulta otras estrategias tan importantes o más que los fármacos, como son las medidas preventivas de salud pública, la educación en salud, la atención socio-sanitaria a los mayores o la atención a la discapacidad», agrega el experto.

martes, 13 de febrero de 2024

Palabras para Julia


Poesía de José Agustín Goitisolo (barcelonés, 1928-1999)

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

PERRHIJOS

Juan Manuel de Prada
Leo en estos días un reportaje donde se proclama la consolidación de un nuevo «modelo de familia multiespecie», donde los niños son sustituidos por mascotas, muy especialmente por perros. En España, el número de perros (9,3 millones) supera holgadamente el de niños menores de quince años (apenas 6,7 millones); y en algunos lugares, como Madrid, los perros triplican a los niños. Inevitablemente, este ‘modelo de familia multiespecie’ está favoreciendo fenómenos jurídicos y sociales que hasta hace poco nos parecerían más bien ocurrencias propias de un esperpento: las parejas que se divorcian firman convenios de ‘custodia compartida’ sobre sus perros; los testamentos los incluyen en lugar predominante; y se organizan grotescos velatorios para despedirlos.

Evelyn Waugh escribió una sátira feroz titulada Los seres queridos, cuyo protagonista se emplea en una empresa dedicada a brindar servicios funerarios de primera calidad para mascotas: enterramientos de canarios, embalsamamiento de perritos, cremación de gatitos cuyas cenizas son después arrojadas al aire desde una avioneta, etcétera. Y, en los aniversarios de la muerte de sus mascotas, los clientes reciben en casa una ridícula tarjeta, muy jubilosamente decorada, en la que pueden leer que su mascota está feliz en el cielo, meneando la cola. Menos partidario de la sátira que del exabrupto, Léon Bloy compara las tumbas de un cementerio de pobres, «incultas, abandonadas por completo, áridas como la ceniza», con las tumbas de un cementerio de perros que los ricos han erigido en una isla del Sena, para enterrar allí a sus mascotas domésticas, con tumbas de mármol, monumentos suntuosos y epitafios ridículos. Y Bloy se pregunta entonces «si la tontería, decididamente, no es más odiosa que la misma maldad»; y también si es «el resultado de una idolatría demoníaca o de una imbecilidad trascendental».

Tal vez sea el resultado de una combinación de ambas. Puesto a catalogar las diversas expresiones del amor humano, C. S. Lewis se detenía a analizar la naturaleza del afecto que a veces profesamos a los animales, mediante el cual subsanamos «la atrofia del instinto que nuestra inteligencia impone, nuestra excesiva autoconciencia, las innumerables complicaciones de nuestra situación, la incapacidad de vivir en el presente». Pero, con frecuencia, ese afecto encubre otras intenciones: «Si usted necesita que le necesiten –prosigue Lewis–, y en su familia, muy justamente, declinan necesitarle a usted, un animal es obviamente el sucedáneo. Puede usted tenerle toda su vida necesitado de usted. Puede mantenerle en la infancia permanentemente, reducirlo a una perpetua invalidez, separarlo de todo lo que un auténtico animal desea y, en compensación, crearle la necesidad de pequeños caprichos que sólo usted puede ofrecerle». De este modo, la mascota se convierte en el sumidero de nuestro egoísmo, en ese simulacro de hijo que no se queja, que no lanza reproches, que no nos amonesta, que no nos suelta de vez en cuando una terrible verdad. Lewis no llega a designar la forma de depravación que anida al fondo de este afecto egoísta a los animales, aunque se atreve a proponer que «quienes encuentran en ellos un consuelo frente a las exigencias de las relaciones humanas deberían examinar sus verdaderas razones».

Mucho menos contemporizador que C. S. Lewis, Joseph Roth, en La cripta de los capuchinos, se atreve a lanzar una reflexión incómoda: «Siempre me ha parecido que los hombres que aman a los animales emplean en ellos una parte del amor que debieran dar a los seres humanos; y me di cuenta de lo justa que era esta apreciación cuando comprobé casualmente que los alemanes del Tercer Reich amaban a los perros lobos, a los pastores alemanes. ¡Pobres ovejas!, me dije». Una apreciación que hoy se vuelve mucho más nítida y enojosa que en la época del Tercer Reich. Pues nuestra generación, que encumbra a sus mascotas a la categoría de hijos (unos hijos que no pueden interpelarnos, que no pueden sacarnos los colores, que no pueden acusarnos, que no pueden escupirnos en la cara), asume que la vida humana ha dejado de ser inviolable, asume que no todos los seres humanos son dignos de protección, ni en todas las etapas de su vida. Como nos recuerda Chesterton, tras el ideal de tratar a los animales como si fuesen seres humanos, se esconde el secreto anhelo de tratar a los seres humanos como si fuesen animales.

Es el resultado de una imbecilidad trascendental, pero también de una idolatría demoníaca. Y es el emblema de una época sin futuro, condenada al basurero de la Historia; que, por supuesto, tendrá el atildado aspecto de aquel cementerio de mascotas que sublevaba a Bloy. Pues la abyección gusta de expresarse mediante la cursilería.