viernes, 25 de noviembre de 2016

El sindicalismo mayoritario y la “nueva” política suplantan a las Kellys

Muchas razones explican por qué los trabajadores de cualquier sector no dan el paso de organizarse para hacerle frente a las tropelías de su esclavista moderno de turno.
Lo primero obviamente es el terror a perder su única fuente de ingresos, el puesto de trabajo. Pero además está la desconfianza provocada por cómo actúan determinadas organizaciones políticas y sindicales que se autoproclaman de «izquierdas » o incluso, como es el caso de Comisiones Obreras, y todavía,  «de clase» (ver estatutos aprobados en el último congreso de 2014).
La función de esa pata izquierda del sistema es encauzar el descontento de la clase trabajadora, que es mucho, hacia cauces electoralistas y/o sumisos y entreguistas frente a la patronal, como han demostrado los dos grandes sindicatos del sistema, CCOO y UGT firmando una y otra vez los Acuerdos de Negociación Colectiva con la CEOE y su auxiliar CEPYMES.
Un grupo de camareras de piso de los hoteles dieron el paso de organizarse a nivel estatal ante las condiciones criminales en las que trabajan. Decidieron llamarse “Las Kellys” (derivación de “las que limpian”) y haciendo del color verde su bandera comenzaron a tener cierta repercusión en las redes sociales y en los medios de comunicación.